CARTA A DON ANTONIO
Que yo no envidio ni a ricos ni poderosos.
Yo a quien envidio es a usted, don Antonio,
por su alma sensible y por sus sonetos;
por haber dicho aquello de:
“En el corazón tenía
La espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
Ya no siento el corazón.”
Eso le envidio yo a usted, señor Machado.
Porque yo mis sentimientos
no sé cómo expresarlos.
A mí lo que me duele, don Antonio,
es no tener su gracia para hacer loas a mi pueblo,
como las que usted le dedicó a Soria y al río Duero.
Yo no envidio el dinero.
Yo lo que deseo es poder decir algo parecido a esto:
“Estos días azules y este sol de la infancia”.
Porque yo también tuve, a pesar de todo,
una infancia feliz, azul y blanca.
A mí, lo que me da rabia es no saber elogiar
esta Sierra Calderona,
a estas tierras valencianas,
con el primor que vos elogiasteis las tierras castellanas.
Envidia tengo, don Antonio, cuando cantáis lo de:
“El agua de la fuente,
resbala, corre y suena,
lamiendo casi muda,
la verdinosa piedra”
Porque en mi tierra hay muchas fuentes,
que, aunque pequeñas, son de agua pura y fresca.
Pero no sé describir con certeza
su escondida belleza.
Dijisteis un día:
“Anoche cuando dormía
soñé, ¡bendita ilusión!”
Yo también sueño, don Antonio.
Sueño, pobre iluso,
que soy un poeta como vos;
y compongo poesías elogiando estas serranías,
donde saltan de pino en pino las ardillas.
Y sueño que mis rimas son parecidas
a las que usted dedicó a Segovia y a Sevilla.
En el verdor y la luz de Rocafort
pasasteis los últimos años,
escribiendo, roto de dolor,
en papel, por lágrimas mojado,
sobre esa España rota,
que ya era un erial quemado.
Ya habíais dejado escrito:
“Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo como los hijos de la mar”.
En ese último viaje, don Antonio,
voy a ser yo más afortunado,
pues, mientras a vos la nave
os llevó a tierras extrañas,
yo ya he dejado recado
para que me entierren en mi pueblo,
si puede ser al sol,
y al Pico del Águila mirando.
Rafael (“Isidro”) Ángeles Sánchez – Gátova, 2021.