Un exorcismo en Gátova

Gustavo Martínez Sánchez

(Edited & Published by RMA)

”San Severino curando a una mujer del demonio.” Museo Horne, Florencia. Foto de Mathew Fedley.

Por pura casualidad nos topamos con un antiguo libro editado en el año 1725 escrito por Fray Juan Talamanco, historiador y fraile mercedario donde, para nuestra sorpresa, cuenta de manera explícita un extraordinario suceso ocurrido en Gátova en Octubre del año 1721; nada menos que un exorcismo. Ya sea realidad a medias, fábula o leyenda, nuestra intención es mostrar todo lo relacionado históricamente con el pueblo que resulte interesante y este acontecimiento es, cuanto menos, curioso y llamativo por la detallada descripción y el modo con que narra el supuesto exorcismo.

El autor  del libro, Juan de Talamanco García nació en Horche (Guadalajara) el 5 de marzo de 1692.
Estudió Gramática en Horche hasta que tomó el hábito de los mercedarios en Madrid, donde entró a la edad de 15 años En dicha Orden fue nombrado sacerdote. Fue Redentorista de la Orden por lo que realizó varios viajes a África para redimir cristianos cautivos de los moros. Estos Redentoristas tenían hecho voto especial de entregarse ellos mismos como cautivos, si era necesario, a cambio de rescatar a otros que estuvieran en cautiverio. La primera de las redenciones la realizó cuando tenía 38 años, en 1730. La segunda en el año 1738, la tercera al año siguiente, la cuarta en 1741, la quinta en 1750 En total redimió un total de aproximadamente 2.000 cautivos. Estos viajes los llevaba realizados en 1748, cuando tenía 56 años de edad y publicaba la Historia de Horche. Ya era Penitenciario General y Cronista General de la Provincia de Castilla de las Américas de su Orden.

A los treinta y tres años es predicador en el convento de su Orden en Madrid y publica su primer libro, titulado La Merced de María Coronada o Misericordia.

Debió de vivir grandes temporadas en el convento de Cartagena, a juzgar por los trabajos de arqueología que allí realizó, quizás el tiempo transcurrido entre unos y otros viajes para redimir cautivos. Su obra escrita, de la que exponemos lo más destacado:

  • La Merced de María Coronada o Misericordia (Madrid 1725. Se hizo una segunda edición, también en Madrid, en la imprenta de Antonio Marín en 1764).
  • Vida del Apostólico Padre el B. Fr. Juan Gelabert, de la Real y Militar Orden de Nuestra Señora de la Merced. Redención de cautivos (Madrid 1735); – El Águila del Empíreo dibujada en la Vida de San Juan Evangelista, traducida del idioma portugués al castellano (Madrid 1735). Escrito durante el periodo de convalecencia de una enfermedad.
  • Historia de la Ilustre y Leal Villa de Horche, señora de sí misma, con todas las prerrogativas de señorío y vassallaje (Madrid 1748).

El libro “La Merced de María Coronada ó María Santísima Coronada Reina de la Merced ó Misericordia : experiencias de su amor en los maravillosos hechos de su poder, gracias y virtudes de su cándido escapulario” es como su título indica una compilación de los supuestos milagros de la Virgen de la Merced reunidos en  432 páginas del cual hubo dos ediciones, una en 1725 y otra en 1746.

Primera edición del libro “La Merced de Maria Coronada”. Año 1725. Biblioteca Nacional.

 

El exorcismo es la práctica religiosa realizada contra una fuerza maligna, utilizando diversos métodos cuyo fin es expulsar, sacar o apartar a dicho ente de la persona, objeto o área que se encuentra poseída por la entidad maligna  quien somete y controla al poseído. En la práctica cristiana, la persona que realiza el exorcismo, conocida como exorcista, suele ser un miembro de la Iglesia cristiana, o una persona que se considera ha recibido la gracia de tener poderes o habilidades especiales a fin de expulsar a dicho mal. El exorcista puede utilizar oraciones y material religioso, como fórmulas establecidas, gestos, símbolos, iconos, amuletos, etc. El exorcista suele invocar a Dios, a Jesús o a diferentes ángeles para que intervengan en el exorcismo.

Las personas consideradas “poseídas” no son consideradas como malas en sí mismas, ni totalmente responsables de sus acciones, porque la posesión se considera una manipulación involuntaria por parte de un demonio que resulta en un daño a uno mismo o a otros. Por lo tanto, los practicantes consideran el exorcismo más como una cura que como un castigo. Los rituales suelen tener esto en cuenta, asegurándose de que no haya violencia hacia el poseído o poseída, solo que se les ate si hay potencial de violencia. Habiendo sido descartada una anomalía psíquica, suelen considerarse signos de posesión diabólica: La aversión vehemente hacia Dios, la Virgen, los Santos, la Cruz y las imágenes sagradas.

 El ritual de exorcismo consiste en la repetición continua de oraciones y órdenes de expulsión. Y el uso de objetos que pueden repeler al espíritu inmundo, tales como crucifijos, agua bendita, reliquias… entre otros.

EL EXORCISMO DE GÁTOVA

Sábado, 11 de Octubre de 1721.

Reproducimos a continuación el texto donde se narra el caso de Paula Navarret, una mujer de Gátova esposa de Pedro Sierra que, en Octubre del año 1721, está supuestamente poseída por el demonio. El marido, preso de la desesperación, viajó hasta Valencia en busca de ayuda. Allí tratan de exorcizar a su esposa sin éxito teniendo que regresar de nuevo a Gátova. El caso llegó a oídos de un fraile mercedario (Orden de la Merced) de un convento de Segorbe (Actual Iglesia San Joaquín y Santa Ana) llamado Fray Joseph (José) Agustín, que viajó hasta Gátova para practicarle un exorcismo. No tenemos más datos de Fray Joseph ni sabemos si practicó más exorcismos pero, de lo que se desprende del texto, es de suponer que tenía cierta experiencia.

Los monjes mercedarios, provenientes del convento de Arguines, se hicieron cargo de la Iglesia de Santa Ana en Segorbe el año 1652.  La parte conventual del edificio se hundió en 1881.

Foto Iglesia de San Joaquín y Santa Ana. Google fotos.

Exponemos el texto modernizando levemente ciertas palabras de léxico e imprenta antigua y dejamos el original en la última parte.

En el Lugar de Gátova, dos leguas de Segorbe, vivía Pedro Sierra, marido de Paula Navarret, que padecía el trabajo de estar poseída del Demonio; castigábala con horror, ya dando a la infeliz mujer despiadados golpes, ya atormentándola con varias penas y ultrajes. La mujer padecía, como se deja entender, muchos dolores en el cuerpo y el marido muchas  aflicciones en el ánimo, causándole demasiado rubor y vergüenza que le conocieran por el marido de la endemoniada. Aconsejado de su congoja y pena, determinó valerse de los medios que para esos casos previene nuestra Madre la Iglesia. Llevóla a la Ciudad de Valencia y aunque varios Ministros de Dios hicieron todas las posibles y cristianas diligencias para que el Demonio dejara la posesión de aquella criatura, exorcizándole con espíritu, con fé y devoción, perseveró en las manos de quien la hacía penar, porque así lo dispuso la voluntad de Dios, para gloria de su Madre María Santísima de la Merced.

Fraile de la Merced. “Estudio de fraile mercedario”. Francisco Pacheco.(año 1602).

Museo Nacional de Arte de Cataluña.  Academiacolecciones.

Volvióse el afligido marido con ella a su Lugar de Gátova; y sabiendo el Padre Fray Joseph Agustín, religioso de la Merced y conventual de Segorbe, lo que pasaba, confiado en el auxilio de la Gran Madre de Misericordia, a quien puso por Medianera, tomó el camino para dicho Lugar, armado de Fé, y de Esperanza en la Madre de Dios y un Sábado, día dedicado a tan Soberana Reyna 11 de Octubre de 1721, después de haber dicho para este fin la Misa (habiendo el marido hecho la promesa de mandar decir otras seis a honra y gloria de María Santísima, si lograba el consuelo, que deseaba) puso la Estola sobre la cabeza de la endemoniada; y a los exorcismos primeros se manifestaron, hablando, y obrando los infernales enemigos. Mandólos el Sacerdote, que nombrasen a María Santísima de la Merced; y con desproporcionados gritos, respondieron: Virgen Santísima del Rosario, Virgen de la Cueva Santa.  El Religioso, que era advertido, los obligaba a que dijeran: Virgen Santísima de la Merced y Misericordia. Pero por más que los apretaba con exorcismos y mandatos, todo era dar aullidos temerosos y gritos desconcertados, sin querer nombrar a María Santísima, con el título que les mandaba. Viendo el Ministro de Dios la resistencia y repugnancia diabólica preguntó: que por qué, nombrando a María santísima con otros títulos, no querían nombrarla con el de la Merced, o Misericordia? Y a pesar suyo, respondieron: Déjanos, déjanos, que con ese título es esa mujer nuestra mayor enemiga, porque muchas almas, que ya teníamos por nuestras, nos la quita con su Merced o con su Misericordia.

“Grabado en madera en Histoires produgieuses.p 1272. Fuente,: Nacional Library of Medicine

Pues a pesar vuestro (dijo entonces lleno de espíritu el Religioso) habéis de nombrar a quien tanto teméis. Decid, que yo os lo mando en nombre de la Madre de Dios: Virgen Santísima de la Merced y Misericordia; los enemigos callaban; pero inflándolos con las oraciones de la Iglesia, respondieron con furor y rabia lo que se les mandaba; y avivando el Religioso la confianza en María Santísima, los dijo: Como Ministro de Dios, os exhorto, que repitáis el nombre de la gran Reyna, con el título de la Misericordia y os mando, dejéis luego libre a la criatura, y os vayáis a los calabozos infernales a padecer las penas merecidas por vuestra obstinación y soberbia.

Apenas acabó de pronunciar estas eficaces palabras, cuando por no volver a repetir el nombre de quien tanto los atormentaba, dando furiosos aullidos, con un asombroso estampido, dejaron la posesión de aquella mujer afligida, que viéndose en su libertad, alababa sin cesar a su protectora María Santísima de la Merced, a quien todos los de aquel Lugar veneran con especialísimos cultos de devoción.

Dieron al marido los parabienes (felicitaciones), que admitió con el gusto que se deja discurrir; y para que los devotos de Nuestra Señora de la Merced no sean fáciles de hacer promesas, que no han de cumplir, o si las hacen, como cosa santa y buena (que obliga mucho, para recibir los benignos favores de María Santísima) las cumplan sin dilación, no se debe omitir lo que sucedió con Pedro Sierra, marido de la favorecida mujer, que acabamos de referir. Había este (como dejé advertido) hecha la promesa  de mandar decir seis misas a honra y gloria de nuestra Señora, si favorecía a su mujer en su trabajo y pena; dilató el cumplir lo prometido, hasta que llegó el último plazo de su vida, que fue por Octubre del siguiente año de 1722, dejando ordenado a sus Testamentarios el cumplimiento. No lo hicieron con la prontitud que en esos casos se debe cumplir y a los primeros de Noviembre de dicho año, se apareció repetidas veces el alma de Pedro Sierra (o sea como quieren algunos, un Ángel en su figura) a su mujer Paula Navarret, a quien dio a entender: Estaba padeciendo en el Purgatorio el reato de sus culpas y el descuido de no haber cumplido con la promesa de las seis misas, que mandó decir pero que por las intercesiones de la Madre de Dios de la Merced, solo esperaba el cumplimiento de ellas, para salir en su auxilio de las penas del Purgatorio, y hacerla compañía en el Cielo.

Original del libro “La Merced de María Coronada” donde se narran los hechos. Juan Talamanco.

Biblioteca Nacional.

Gustavo Martínez Sánchez – Gátova, septiembre 2024.

(Edited & Published by Rafael Martínez Ángeles - Mayo 2025)

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